sábado, 26 de enero de 2013

De literatura y videojuegos: Ready Player One

Haciendo gala de un amor por la tecnología, debo asumir que no me enteré de la existencia de Ready Player One de paseo por alguna librería en mis ratos libres, más bien conocí esta excelente obra de casualidad, buscando información en “la internerd” sobre epub o libros electrónicos. Recuerdo que ingresé al sitio web, hice click en la sección más populares y entre Best Sellers, como Harry Potter o El Señor de Los Anillos, se encontraba una portada que tenía un alien pixeleado, que me trae a mi memoria en un segundo a Galaga, un juego ícono de los 80′ y que dejaba en claro que los gamers más longevos entrarían en un estado emo-nostálgico con el libro.


Y como el dicho reza que nunca debes juzgar un libro porque piedras trae, o algo así, decidí que tenía que leerlo para ver si realmente era una oda a la cultura de los 80′ y 90′, porque a pesar de ser un gamer asumido, no conozco mucho del pasado de los videojuegos y yo crecí con el Snes y antes encontraba que todos los juegos antiguos eran fomes (gran, gran error).

…Bueno, también lo leí para sentirme aún más gordo granudo, porque hoy en día el geek es el nuevo cool (?).


Ready Player One nos llevan al año 2044, donde el mundo vive una inmensa crisis económica y energética (algo que no vemos muy lejano al parecer) y en el cual unos pocos, los que tienen más plata, pueden darse el lujo de vivir en ciudades industrializadas y con bienes básicos. Mientras tanto, el resto debe vivir lejos de las zonas urbanas y en barrios que equivaldrían a tomas, aunque las casas en verdad son caravanas apiladas para que parezcan departamentos. La cosa es que el mundo está tan destrozado que la gente decide pasar todos sus días inmersos en OASIS, un emulador de realidad virtual tan perfecto que las personas pueden asistir a la escuela, tener citas y juntarse con los amigos. Así es, una consola que une todas las necesidades de las personas en el mundo real, pero en un universo perfecto.

Todo bien, hasta que un día se nos muere el Steve Jobs de OASIS y no haya nada mejor que heredar sus millones y su creación al primero que sea capaz de encontrar un “huevo de pascua” oculto en el juego, teniendo quepasar una serie de acertijos y encontrar las llaves que llevarán a la etapa final. Obviamente que Parzival, el protagonista, no se quiere quedar atrás y utilizará todo su conocimiento y habilidades de jugador para poder ser el primero en descubrir el gran secreto de la realidad virtual.

El libro se desarrolla con constantes referencias a la cultura pop de los años 80 y 90, dejando en la memoria de todos series de televisión (Knight Rider, Firefly, The A-Team) videojuegos (Pac-Man, Asteroids Golden Axe), películas (Blade Runner, Back To The Future) y bandas de música (Rush, Duran Dura) que marcaron la juventud de muchas personas que hoy en día siguen disfrutando con nostalgia de un maravilloso pasado.

En lo personal, encontré espectacular tantas referencias al pasado, especialmente sobre videojuegos, llegando a conocer historias muy entretenidas, por ejemplo, la existencia del juego de Atari llamado Swordquest y que premiaba con tesoros sumamente caros a quienes lograran terminarlo. Así también, me encontré con menciones que me trajeron algunos recuerdos, como Joust de 1982, el cual evocó toda mi nostalgia gamer porque me recordó la vez que me regalaron un Nintendo Game Boy que incluía ese mismo juego y que, a pesar de ser totalmente antiguo, me entregó horas de diversión ya que aún no me podía costear la compra de alguna otra entrega para la consola portátil (inserte aquí violín con una canción triste).


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